La frontera que nos une: Picturing the Border, en el Museo de Arte Cleveland

Teeter-Totter Wall, 2019. Ronald Rael (American, b. 1971) and Virginia San Fratello (American, b. 1971) with Colectivo Chopeke. Single-channel video with sound; 4:13 minutes. Photo: Ronald Rael

En más de una escena de la película Como agua para chocolate[1] (Alfonso Arau, 1992), basada en el libro homónimo de Laura Esquivel, las hermanas De la Garza cruzan, por diferentes motivos, la frontera entre México y los Estados Unidos, como quien cruza la calle: sin tanto drama ni papeleo. Van a visitar al Dr. Brown, quien vive en la parte estadounidense; Gertrudis escapa de un sistema familiar y social con el que no comulga; Tita huye al norte a refugiarse con el Dr. Brown; a Rosaura la mandan al otro lado a vivir con una prima, y Esperanza (la hija de Rosaura) emigra para intentar salvar a sus futuros hijos de la tradición que imponía que la hija más joven quedara al cuidado de sus padres, sin poder casarse. La frontera se convierte así en un personaje más, en un espacio permeable y permisible donde lo prohibido puede revertirse, disimularse, engañarse.

Sleeping by the River, Tecun-Uman Guatemala, 2020. Ada Trillo (Mexican American, b. 1976). Digital print; framed: 54.4 x 79.7 cm; image: 50.8 x 76.2 cm. The Cleveland Museum of Art, Gift of the artist, 2024.24. © Ada Trillo

Más de tres mil kilómetros de frontera unen a los Estados Unidos y a México desde mediados del siglo XIX. Unos ocho millones de personas viven, a veces en suspenso, en ambas orillas de una división tan arbitraria como polémica. Una línea divisoria que ha cambiado a través de la historia, afectando a quienes han quedado de uno u otro lado.

Ese mismo espacio: mítico, liminal, polémico, se ha convertido en el último medio siglo sobre todo, en uno de los más vigilados y controlados de todo el planeta. También en uno de los más vulnerables: millones de mexicanos, centroamericanos y de otras muchas nacionalidades han cruzado, o lo han intentado, para llegar al norte en busca de una vida mejor que en la de sus países de origen. Pero de todo esto están llenas las noticias que hablan de la frontera.

En Picturing the Border, exposición fotográfica curada por Nadiah Rivera Fellah[2] y abierta al público desde el pasado 21 de julio de 2024 hasta el 5 de enero de 2025 en el Museo de Arte de Cleveland, se muestran otras aristas de quienes viven en tal espacio. La muestra recoge imágenes tomadas entre los años setenta y la década del veinte de este siglo por artistas norteamericanos y mexicanos como Louis Carlos Bernal, Graciela Iturbide, Laura Aguilar, Ada Trillo, Guadalupe Rosales, y Miguel Fernández de Castro. La exhibición presenta propuestas alternativas para entender y leer la frontera poniendo bajo los focos principales a las personas que la habitan, desafiando así concepciones fijas y estereotípicas sobre la identidad y la cultura.

En esta exhibición, como en la vida real, la frontera se erige en un tercer espacio, en el sentido propuesto por Homi Bhabha: ese espacio intermedio de encuentros y desencuentros culturales del cual emerge un nuevo sitio de enunciación donde se deconstruye lo binario[3]. Edward Soja, en un sentido parecido a Bhabha respecto a la ‘hibridez’ de los espacios de encuentros de culturas, define el thirdspace como el sitio donde“everything comes together… subjectivity and objectivity, the abstract and the concrete, the real and the imagined, the knowable and the unimaginable, the repetitive and the differential, structure, and agency, mind and body, consciousness and the unconscious, the disciplined and the transdisciplinary, everyday life and unending history[4].” Según Gloria Anzaldúa, “the convergence [of Mexico and the United States] has created a shock culture, a border culture, a third country, a closed country”.[5]

Untitled [Undocumented worker holding Huelga flag at United Farm Workers Demonstration, El Mirage, Arizona], negative 1978, printed 2016. Louis Carlos Bernal (American, 1991–1993). Digital inkjet print; 40.6 x 40.6 cm. Collection of the Center for Creative Photography, University of Arizona, Louis Carlos Bernal Archive. © Lisa Bernal Brethour and Katrina Bernal

Pero, ¿qué nos dicen las fotos exhibidas de ese ‘tercer espacio’, de este tercer país híbrido que existe entre los Estados Unidos y México? Ese tercer país está ocupado no solo por la migración ilegal y el tráfico de drogas –la principal aproximación desde los medios– sino también por símbolos profundamente enraizados en la vida mexicana y fronteriza como la Virgen de Guadalupe, la cultura chola, el uso y apropiación de productos icónicos nortemericanos (como los autos) por parte de los mexicoamericanos, las celebraciones del día de los muertos. Las fotos nos abren una ventana para mirar, desde el respeto y el asombro, la vida que transcurre en el espacio privado, y también en el público, muchas veces de forma muy diferente a como lo imaginamos quienes no estamos directamente asociados a esa geografía. Nos recuerda también las protestas estudiantiles y laborales, las huelgas, que han tenido como escenario esta región.

En una de las paredes de la muestra, un gran mural representa los más de tres mil kilómetros entre México y los Estados Unidos y los diferentes conflictos que emergen en diferentes puntos por situaciones ecológicas, económicas, migratorias, políticas… Recorrer ese mural le permite al espectador, además, tener una mirada más comprehensiva, entender que la frontera no es homogénea, que no puede resumirse en un par de párrafos.

Las fotos, a veces a color, a veces en blanco y negro, no hablan de una división, de una separación, aunque el mural donde aparece la valla fronteriza parezca decir otra cosa, sino de lo que une, lo que hermana a quienes coinciden en esta área.

Presenciar esta muestra nos trae de vuelta a una parte de Estados Unidos y de México que no es, y es, un espacio diferenciado y unificador; nos permite entender la frontera como unión, y no como división.

Cholos, White Fence, East Los Angeles, 1986. Graciela Iturbide (Mexican, b. 1942). Gelatin silver print; image: 32 x 21.9 cm; sheet: 35.2 x 27.7 cm. The J. Paul Getty Museum, Los Angeles, Gift of Leslie and Judith Schreyer and Gabri Schreyer-Hoffman in honor of Virginia Heckert, 2017.41. © Graciela Iturbide

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[1] La trama de Como agua para chocolate se desarrolla en el norte de México a principios del siglo XX, durante la Revolución Mexicana. Desde febrero de 1848, la frontera ya era otra: tras la firma del tratado de Guadalupe, Estados Unidos y México no solo pusieron fin a la guerra entre ambos países sino que también México cedió el 55% de su territorio al vecino del norte, por una ínfima cantidad de dinero.

[2] Nadiah Rivera Fellah es Curadora Asociada de Arte Contemporáneo del CMA.

[3] Ver Bhabha, Homi. The Location of Culture. Routledge, New York, 1994.

[4] Ver: Soja, Edward W. Thirdspace. Malden (Mass.): Blackwell, 1996, p. 57.

[5] Esta frase preside la exhibición.