Voltear la página: El arte para la comunidad ayuda a Kubra Al Hilali a construir una nueva vida en Cleveland
La artista Kubra Al Hilali se convirtió en ciudadana estadounidense en 2017. Está feliz de vivir en Parma con su familia y ve la oportunidad de participar en una residencia artística como la forma de retribuir a la comunidad que la recibió.
La residencia, patrocinada por la organización de servicios sociales Building Hope in the City, como parte del programa Fusión Creativa (Creative Fusion) de la Fundación Cleveland, se ha visto retrasada más de un año por la crisis del COVID. Como parte de esta residencia, Kubra Al Hilali tendrá un estudio en el Comité de los Estados Unidos para Refugiados e Inmigrantes (USCRI), cerca de la Academia de Recién Llegados Thomas Jefferson. Al Hilali también pintará un mural en la pared orientada al este de un edificio que alberga al City Wide Carpet, en la avenida Clark Avenue y la calle West 56. En el momento de publicación de este número de CAN, estaba por aprobarse la propuesta de la imagen que se utilizaría en el mural. Al Hilali espera poder empezar a pintar en mayo o junio. Durante el otoño, trabajará con los estudiantes de la escuela primaria Clark, justo enfrente del mural, para crear arte. Con la ayuda de su hermana Ala como intérprete, Kubra habló sobre su viaje y su arte en las oficinas de Building Hope in the City.
Kubra es de Iraq y, como muchos inmigrantes y refugiados, ella y su familia han visto lo mejor y lo peor que el mundo tiene para ofrecer. El viaje de su familia a Cleveland comenzó en 1995, cuando su padre escribió un poema sobre Saddam Hussein, que no le gustó al entonces presidente iraquí, bajo cuyo gobierno no había libertad de expresión. El poema de dos páginas, en palabras de Kubra, hizo que el gobierno de Hussein quisiera matar a su padre, quien tuvo que huir a Jordania, y dejar atrás a su familia, su empresa de fabricación de ropa y un círculo artístico de amigos. No fue sino hasta el 2003, durante la guerra con los Estados Unidos, cuando Kubra, sus dos hermanas y su madre pudieron salir de Iraq. Compraron pasaportes falsos. Kubra se hizo pasar por un niño. Durante diez años vivieron en Jordania como refugiados.
“La vida era dura. No teníamos permiso de residencia ni nada que [nos permitiera] ir a la escuela normalmente. Cada unos pocos meses teníamos que volver a Iraq para renovar [nuestras] visas”.
Kubra Al Hilali recuerda que el viaje de ida y vuelta entre Iraq y Jordania tardaba entre 12 y 18 horas. Los sunitas y los chiítas estaban en guerra. Mientras conducían por las ciudades, veían cadáveres y cabezas cortadas de chiítas a lo largo del camino. En un momento, regresó a Iraq y se quedó dos años con sus abuelos. Se matriculó en una escuela de arte allí hasta que un día alguien detonó un coche bomba en la escuela. “Yo estaba dentro del edificio”, dice. “Estaba a dos millas de la casa de la familia y mi tío fue caminando sin zapatos para ver cómo estaba”. Sintió la vibración, pero no se lastimó. Ella afirma que los lugares donde se hacía arte a menudo eran bombardeados, porque el arte es “haram”, prohibido por la ley islámica.
Finalmente logró regresar a Jordania; pudo engañar a los guardias al hacerse pasar por miembro de un grupo de gimnasia. En Jordania, su familia estaba comenzando a reconstruir su vida. Su padre fundó una pequeña empresa de costura ilegal (“por debajo de la mesa”) para ganar algo de dinero. Ella siguió haciendo arte.
“Acabo de empezar a pintar cosas para mi país. Siempre comencé con una casa. En Iraq íbamos a la casa de mis abuelos. En Jordania alquilábamos, nunca tuvimos una casa propia. Entonces, cuando pinto, pinto una casa. Y también pintaría cosas sobre la guerra”
En 2013, su familia solicitó refugio en Estados Unidos a través de la Organización Internacional para las Migraciones y pudo viajar a este país. En Cleveland, una organización llamada Us Together los ayudó a encontrar un lugar para vivir. Una vez más, Kubra comenzó a hacer arte.
En 2015 montó una exposición en Negative Space Gallery. “Hice este programa sobre la guerra, sobre los niños afectados por los químicos, o que tienen discapacidades, o niños que fueron afectados emocionalmente. A la gente no le gustó. Las cosas que me habitan no son fáciles de ver, no son fáciles de asimilar para la gente. Es muy triste. Para mí era importante mostrar esto, pero la gente no quiere verlo”.
Entonces decidió crear arte con un mensaje diferente. “Intento voltear la página”, dice.
Conectó por primera vez con Building Hope in the City en 2017, mientras estudiaba inglés y se preparaba para el examen de ciudadanía. Anthony Giambroni, quien es gerente de desarrollo comunitario allí, dice que cuando la organización estaba considerando ser anfitriona para el programa Fusión Creativa, inmediatamente pensaron que era una gran oportunidad para elevar a Kubra Al Hilali como artista.
Ella trabaja con una variedad de medios, desde lápiz y papel hasta pintura sobre madera o lienzo; escanea imágenes y usa una computadora si la situación lo requiere. Al Hilali continúa incorporando simbolismo. A menudo incorpora la caligrafía árabe en sus trabajos –una representación de su cultura– con mensajes de esperanza y amor.
“Es importante para mí, como artista refugiada, hacer algo lindo en la ciudad, mostrar que estoy comenzando una nueva vida, mostrar que venimos con paz, con amor, con una nueva vida. El Hope Center me ha ayudado mucho, así que quiero hacer algo por ellos y por la ciudad”.
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