The Cleveland Foundation Presents: Creative Fusion, The Shared Legacy of Resurgence
El mismo articulo aparece abajo en traduccion Espanol.
At some level, artists working together can’t help but discover that we are more alike than not. Searching for what we have in common is an inevitable part of artistic collaboration, especially when the collaborators come from places as different as Cleveland and Havana.
Beyond the universally human, though, it is startling to find conditions these two cities have in common as result of our distinct histories. Both, for example, had obvious, impressive wealth in the early twentieth century—the time when Cleveland’s industrial might made it one of the largest cities in the US, built our biggest cultural institutions, and so many of our finest homes. It was the same time when sugar cane exports and robust tourist trade from the US brought great wealth to Cuba—and added whole neighborhoods to surround its core of Spanish colonial architecture in Old Havana. That era left both cities with a heritage of great bones, from artistic traditions to the houses that still line our streets.
And in the later twentieth century, the economies in both places suffered. It may have happened for different reasons, but disinvestment and years of brain drain left both at a disadvantage—and with the vacant physical evidence of better times. Cleveland and Havana both have block after block of beautiful architecture from that time, some of which has been maintained, some vacant, some in profound decay. And in both places, enterprising artists have treated idle space –from old homes to old factories–as a resource. From Lakewood’s Screw Factory and Detroit Shoreway’s 78th Street Studios to the former cooking oil factory that is now the Fabrica de Arte Cubano in Havana, and the former palatial home that is now home to Laura Alonso’s Prodanza dance company and studio. In both cities, artists are reclaiming vacancy.
The Creative Fusion relationships are showing us that–in this way and others–the arts and culture have figured out ways to thrive, keep standards high, and inspire people. As these projects on these pages continue, and the relationships develop, we look forward to learning more, strengthening ties, and inspiring each other in continued resurgence.
Fundación Cleveland: Programa Creative Fusion, La reactivación de un legado compartido
De alguna manera, cuando los artistas trabajan juntos no pueden dejar de descubrir que comparten más similitudes que diferencias. Buscar lo que tenemos en común es una parte inevitable de la colaboración artística, especialmente si los colaboradores vienen de lugares tan diferentes como Cleveland y La Habana.
Más allá de lo universalmente humano, sin embargo, es sorprendente encontrar condiciones que estas dos ciudades comparten como resultado de historias distintas. Ambas, por ejemplo, tenían una impresionante riqueza a principios del siglo XX -el momento en que el poder industrial de Cleveland la convirtió en una de las ciudades más prósperas de Estados Unidos-; fue la época en que se construyeron muchas de nuestras instituciones culturales más importantes y la mayoría de nuestras más lujosas residencias; fue la época en que las exportaciones de azúcar de caña y el auge comercial y turístico de Estados Unidos trajeron grandes capitales a Cuba, y barrios enteros fueron creados alrededor del núcleo arquitectónico colonial español de La Habana Vieja. Para ambas ciudades, esa era significó un legado importante que abarca desde tradiciones artísticas y culturales, hasta majestuosas construcciones que todavía dan esplendor a nuestras calles.
A lo largo del siglo XX, en ambas ciudades la economía sufrió. Tal vez las razones sean diferentes, pero la falta de inversiones y la fuga de cerebros han sido una constante tanto para Cleveland como para La Habana. La ruina de muchos de los otrora imponentes espacios físicos es la evidencia más tangible de tiempos mejores en el pasado. Cuadra por cuadra, tanto en Cleveland como en La Habana se pueden encontrar ejemplos de la bella arquitectura de principios del siglo XX. En algunos casos, esos espacios han sido preservados, reconceptualizados; en otros, las edificaciones han sido abandonadas y muchas se encuentran en franca decadencia y destrucción. En ambas ciudades, los artistas juegan un rol fundamental en reconvertir esos espacios vacíos, se trate de residencias desocupadas o de fábricas en desuso.
Desde la fábrica de tornillos de Lakewood y los estudios de la calle 78 de Detroit Shoreway, en Cleveland, hasta la antigua fábrica de aceite de cocina que ahora es la Fabrica de Arte Cubano y la antigua casa palaciega que alberga la compañía de danza Pro Danza de Laura Alonso, en La Habana, en ambas ciudades los artistas están reconquistando para nuevos usos los espacios abandonados.
Las relaciones que el programa Creative Fusion ha hecho posible entre artistas de Cleveland y de La Habana, nos están mostrando que las artes y la cultura han descubierto formas de prosperar, de mantener las expectativas altas y de inspirar e involucrar a la gente. En la medida en que estos proyectos de los que hablamos en esta edición de CAN avanzan, y las relaciones se fortalecen, esperamos aprender más, robustecer los lazos de colaboración, e inspirarnos mutuamente en la continua reactivación de nuestras respectivas ciudades.
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