Census 2020 Todos somos iguales pero, ¿hay algunos más iguales que otros?
(De una frase de La granja de los animales, de George Orwell)
Contemos juntos
Una vez más nosotros, los habitantes de los Estados Unidos, vamos a ser contados. El gobierno asigna una extraordinaria cantidad de recursos para asegurarse de que los oficiales de Censo lleguen hasta los más remotos parajes. Oficialmente, el Censo 2020 comenzó el pasado 21 de enero con el conteo de las personas que viven en los más aislados 220 pueblos y asentamientos en Alaska. Según la tradición, el Director del Buró de Censo, Steven Dillingham, contó personalmente a los habitantes de la primera casa del ejercicio de este año. Esto ocurrió en la Bahía Toksook, un pueblo rural alaskeño en la costa del Mar Bering[1].
En el resto del país, incluyendo los 50 estados, el Distrito de Columbia y los cinco territorios estadounidenses (Puerto Rico, Samoa, las Islas Mariana del Norte, Guam y las Islas Vírgenes), este 12 de marzo las personas comenzarán a recibir información sobre cómo responder al Censo 2020, ya sea por internet, por teléfono o por correo. Durante el mes de abril, los estudiantes que viven en las residencias estudiantiles, así como los adultos que viven en hogares para ancianos, etc., serán contados por funcionarios del Censo. Entre mayo y julio, los funcionarios visitarán los hogares que no hayan respondido a los formularios enviados. En diciembre, el Buró del Censo dará a conocer los resultados finales, y el 31 de marzo del 2021, enviará los conteos para la redistritación electoral a los estados. Esta información puede ser usada para rediseñar los distritos electorales según los cambios en la cantidad de población[2].
Debido a que contar gente no es una tarea fácil, el Censo contempla algunas circunstancias excepcionales en las cuales las personas necesitan ser contadas. Esto incluye a quienes nazcan el Día del Censo; quienes se muden ese día; visitantes; personal militar de los Estados Unidos; personas que viven en albergues o refugios; los desplazados por desastres naturales; los prisioneros y detenidos en cárceles; personas internadas en centros hospitalarios permanentes; quienes viven en casas rodantes, hoteles, u otras locaciones transitorias.
De acuerdo con la página oficial del Censo 2020[3], cada persona que viva en los Estados Unidos será tomada en cuenta.
Sin embargo, entre la población hispana, especialmente entre aquellos que no tienen documentos, una pregunta inquietante que ha surgido tiene que ver con la seguridad y protección de sus identidades. Por lo tanto, hay cierta renuencia a dejarse contar. Estamos hablando de personas que hoy en día están tan atemorizadas que apenas si salen de sus casas. Lo más seguro es que no quieran dar voluntariamente información sobre sus hogares y familias a una entidad gubernamental porque temen que la consecuencia de proveer tal información sea la deportación de los Estados Unidos.
Erich Luepke, Asistente para Reclutamiento del Censo, nos explica cómo el Buró tiene ciertas provisiones para asegurarse de que segmentos específicos de la población sean contados.
“Lo primero y lo más importante es animar a la gente para que llenen los formularios por su cuenta, ya sea por correo, por internet o por teléfono. Para hacer esto a nivel local, el Censo establece asociaciones con los gobiernos locales y las ONGs. Cuando digo local, quiero decir que son organizaciones que trabajan en barrios, pueblos y ciudades específicos. Tales asociaciones refuerzan la confianza de la gente, porque se les informa acerca de lo que hace el Censo, y ofrece un canal de distribución de la información para aquellos que no están enterados de qué se trata. Creemos que estas organizaciones nos buscan y trabajan con nosotros porque entienden que los beneficios de contar a todos superan los riesgos para las personas a las que sirven. Al menos, por eso yo trabajo para el Censo”.
La segunda forma en que el Censo se asegura de que todos seamos contados es mediante la contratación de personas de esas mismas comunidades, gente que conoce las particularidades de sus propios vecindarios, hablan el mismo lenguaje, son conocidos y los vecinos les tienen confianza.
“Hablé con alguien a quien estaba reclutando, y esa persona me dijo que él solo le abría la puerta al Censo porque había reconocido a la persona que estaba tocando, y entonces llenó el formulario. Eso es lo que buscamos. Si alguien parece un extraño, la gente no les va a abrir. Entonces esto también envía el mensaje de que el Censo es de confianza, porque tal vez tu amigo, tu vecino, o un miembro de tu iglesia trabaja para el Censo. Estamos contratando a medio millón de personas en todo el país, y nuestro objetivo es asegurarnos de que los contratados representen a las personas que están contando”, añade Luepke.
Explica que el método final que tiene el Censo para garantizar que comunidades específicas sean contadas es a través de los “censistas”: “Ellos constituyen la mayor parte del medio millón de empleados que tendrá el Censo en su momento de mayor apogeo. Son el último recurso en términos de obtener las respuestas. Estos censistas son contratados para trabajar en o cerca de las comunidades en las que viven. Pueden ser identificados por sus chalecos azules, sus identificaciones y los dispositivos oficiales de conteo”.
Historia de una pregunta problemática
Para evitar que los personas indocumentadas queden fuera del Censo, el Buró no incluirá ninguna pregunta acerca de la ciudadanía. En realidad, tal pregunta no necesariamente diferenciaría entre quiénes están legalmente en el país y quiénes no. Muchas personas extranjeras viven en los Estados Unidos con algún tipo de autorización: residentes permanentes, estudiantes, personas con visas especiales de trabajo, por ejemplo.
Entre 1820 y 1950, el Censo siempre incluyó preguntas acerca de la ciudadanía o el lugar de nacimiento de las personas. Entre 1960 y el 2000, tales preguntas solo se le hizo a una fracción de la población en un cuestionario alternativo largo. En el 2010, la pregunta sobre la ciudadanía fue eliminada y solo se incluyó en la Encuesta a la Comunidad Americana, que cada año se envía a un número pequeño de hogares.
En marzo del 2018, sin embargo, el Secretario de Comercio, Wilbur Ross, quiso reinstalar tal pregunta sobre la ciudadanía para el Censo 2020 a petición del Departamento de Justicia. La Corte Suprema falló en contra, y a pesar de los esfuerzos del Presidente Trump para incluir tal pregunta, eso no ocurrió.
De acuerdo a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, en su documento público No. 18-966[4], “El Buró del Censo y sus ex funcionarios se han resistido a propuestas ocasionales de reanudar las preguntas de ciudadanía para todo el mundo, alegando que hacerlo desanimaría a los no ciudadanos a responder al Censo y conduciría a un recuento menos preciso de la población total” (3) .
Una de las preguntas que el Censo del 2020 hará es si las personas del hogar son hispanos, latinos, o de origen español.
Ser contados es fundamental. El Censo poblacional se estableció en 1790; según el artículo 1, Sección 2 de la Constitución de los Estados Unidos cada diez años la población tiene que ser contada. Este año tendremos el Censo 24 de nuestra historia. La información que el Censo provee es crítica para el marco jurídico, para los distritos escolares, los negocios privados, los departamentos de policía y de bomberos, etc. También, facilita la adecuada distribución de los recursos federales y del número de representantes que cada estado tiene en la Cámara de Representantes y demarca los distritos legislativos de los estados y del Congreso. La información demográfica provista por el Censo también se usa para calcular los beneficios federales de subvención en ayuda, la redacción de la legislación, la planificación urbana y regional, la planificación empresarial, y para estudios académicos y sociales.
Algunas cifras que debemos mantener en cuenta es que la población latina e hispana constituye el 11.2% del total de 383,793 personas que vive en Cleveland. Este número no toma en consideración otras áreas donde normalmente más personas de origen Hispano viven[5], como Lorain (población de 63,773, de los cuales el 30% son latinos o hispanos) y Painesville (población de 19,881; y 27.9% de ellos son hispanos). A nivel estatal, de un estimado de 11,689,100 personas, los latinos o hispanos representan el 3.9%[6].
Seguridad de la información de personas sin documentos
Los hispanos tienen razones para dudar acerca del Censo. Los últimos meses han sido testigos de una escalada en el acoso en contra de este segmento específico de población: agresiones verbales y físicas, detenciones, deportaciones, encarcelamientos. Le preguntamos a Erich Luepke cómo el Censo puede proteger la identidad de las personas, no solo de los latinos o hispanos.
“Estamos entrenados para estar alertas en términos de mantener toda la información que recojamos de manera confidencial. Cualquier dato que pueda ser usado para identificar a una persona específica se llama Información de Identificación Personal (PII, por sus siglas en inglés). Esto incluye el nombre, el apellido, el cumpleaños, y el código postal. Los empleados del Censo tienen estrictamente prohibido compartir ninguna información con otra persona, según las políticas del Censo, a menos que se necesite esa información para aplicar el Censo. Cada empleado, incluyéndome, tiene que jurar de por vida proteger el PII. Estamos hablando de empleados en el terreno que traten de compartir esta información, pero esto es a su vez muy difícil porque ellos no tienen acceso a ella, y si intentas acceder, estás despedido”, explica.
Luepke añade que “es un delito federal compartir esta información con cualquier otra persona, incluidas otras agencias del gobierno en virtud del Título 13. La penalidad es de hasta cinco años de prisión y una multa de $250,000. Esta ley data de 1952, y para que esta ley cambie tiene que pasar por ambas cámaras del Congreso. Esta ley se aprobó en parte como respuesta al uso de la información proporcionada por el Censo para acosar a los japoneses-americanos durante la Segunda Guerra Mundial. Esta ley garantiza que este tipo de injusticias no se repita”.
Usar el arte para empoderar a la gente
En este contexto, el Programa Creative Fusion, implementado por la Fundación Cleveland hace unos años, dedicará sus actividades en el 2020 al Censo, para asegurarse de que la gente entienda por qué es tan importante ser contados. Utilizando diferentes manifestaciones artísticas, desde la pintura hasta la escritura, desde el teatro hasta la música, Creative Fusion tendrá como objetivo llegar a las comunidades hispanas y latinas en Cleveland. La meta no es solo difundir el mensaje sobre la importancia del Censo, sino principalmente involucrar a las personas en un diálogo necesario sobre este y muchos otros temas críticos para tales vecindarios.
El tema del Programa Creative Fusion de este año es precisamente “Contar / Count”. En su artículo para este número de CAN, Michael Gill explica con más detalle muchas de las actividades planificadas por diferentes organizaciones para formar parte de este programa.
[1] https://www.census.gov/newsroom/press-releases/2020/2020-starts-alaska.html
[2] https://2020census.gov/en/important-dates.html
[3] https://2020census.gov
[4] https://www.supremecourt.gov/opinions/18pdf/18-966_bq7c.pdf
[5] https://www.homesnacks.net/most-hispanic-cities-in-ohio-1210781/
[6] https://www.census.gov/quickfacts/clevelandcityohio
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